Nací en una ciudad muy grande que nunca me gustó. Mis raíces son de tierra arcillosa; fría y húmeda en invierno, seca y árida en verano. De donde el vino se hace en casa y la fiesta en familia. Donde el sol aparece por un cerro hundido y se esconde por una fuente llamada Palillo.
Crecí en esa ciudad que nunca me gustó, pero que echo de menos si paso tiempo fuera de ella. Cuando era pequeña jugaba a vender cajas de medicamentos. Quería ser Farmacéutica, aunque nunca tuve dotes para la ciencia. Se me daba mejor jugar a serlo y por eso decidí que quería ser actriz.
Aprendí a leer, y esto, sumado a mis juegos de querer ser alguien o algo, me llevó a decir: “quiero ser escritora”. Hasta que un día descubrí una profesión en la que se interpretaba y se escribía: Periodista.
Escribí muchas cosas que nunca verán la luz, e interpreté personajes que mi abuela llegó a ver. Fui muy mala estudiante, pero estudié, tengo varios títulos que lo confirman. Y aprendí a ser periodista trabajando de becaria. Cuando dejé de serlo, becaria digo, fui testigo de tres debates electorales en cinco años.
Pongo voces en mi estudio propio o en ajenos, y de vez en cuando me subo a las tablas de un escenario, ahora a las del Teatro Reina Victoria con Los Figurantes. Me gusta la cerveza, el número trece y hacer macramé siguiendo tutoriales de YouTube. Vivo con cuatro amigos y unas cuantas plantas moribundas. Odio el chocolate y amo los atardeceres. Tengo tres tatuajes que llegan a significar lo mismo: vive. Y viviría viajando con una mochila, una libreta, un boli y el móvil, para decirles a mis padres que sigo bien. Tengo el pelo rizado, pero me lo aliso. Sueño alto y me caigo siempre. Borro cosas que no debo y hablo antes de pensar. Y para no pensar, hago collages que publico en mi propio vertedero creativo: @bylucipun, y también en Qultu. Me gustan los animales, leer y el cocido de mi madre y de mi tía. Odio planchar y que me digan lo que tengo que hacer. He escrito un libro: Vaivén de estación, de venta en librerías y grandes almacenes.
Dicen que antes de morir hay que hacer tres cosas, pero como ya he dicho, no me gusta que me digan lo que tengo que hacer: no esperen grandes tradiciones. Y cuando muera, pongan a toda pastilla la canción de A mí manera, versionada por Siempre así, y que mi mortaja sea un traje de flamenca. La gente se ríe cuando lo digo, pero ya que vamos a desaparecer, hagámoslo con arte: adoro el teatro.
Dame un texto y le pongo voz, cuerpo o lo que se tercie. Dame hilos y te hago un tapiz, una cortina o un espejo. Dame revistas y te cuento una historia. Dame una idea y te escribo una novela, un relato o un microrrelato, pero no me pidas que te escriba una dedicatoria, se me da mal.
Telón