El pasado mes de septiembre se cumplieron cien años del nacimiento de Carmen Laforet. Lo primero que leí de ella, y supongo que como casi todos, fue Nada, (Premio Nadal en 1944). Me enamoró la historia y el estilo narrativo. Pero la literatura de Laforet va más allá de esa novela en la que Andrea, terminada la Guerra Civil, se va a vivir a Barcelona con una familia sumida en el hambre y la violencia. No tuvo una creación literaria muy extensa, pero, en mi opinión, sí intensa, cercana y humana.
Escribió un total de cinco novelas y varias novelas cortas y relatos. En este de hoy, Al colegio, una madre narra cómo lleva al colegio a su hija el primer día de clase. Una unión entre ambas que se verá reforzada por algo más espiritual cuando la pequeña vaya poco a poco adquiriendo conocimientos. Así lo refleja con la frase:
«Se me ocurre pensar que cada día lo que aprenda en esta casa blanca, lo que la vaya separando de mí -trabajo, amigos, ilusiones nuevas-, la irá acercando de tal modo a mi alma, que al fin no sabré dónde termina mi espíritu ni dónde empieza el suyo…»
Este relato puede encontrarse en el libro titulado Madres e hijas (edición y prólogo de Laura Freixas, Anagrama, 1996), una recopilación de textos de grandes escritoras que dejan muy presente este vínculo.
Si no tenéis regalo para vuestra madre estas Navidades, un libro siempre es buena opción. ¡Feliz jueves!
Precioso relato.
Me veo reflejada en el, misma situación y mismos sentimientos.
Locución inmejorable, te hace avivar los sentimientos que con los años ni si quieras reparas haberlos tenido. Bravo Lucía