Lisboa: donde el sol se pone y el mundo se abre

Viajar siempre es un placer. Te aporta cultura, nuevos descubrimientos y aventuras varias. Abrir la mente y conocer, conocer lo que hay más allá de nuestro propio barrio. Como dijo Mark Twain: “suelta las cuerdas de tus velas. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa vientos favorables en tu velamen. Explora. Sueña. Descubre.”

Estuve en Lisboa hace poco y descubrí una ciudad con un estilo vintage, sereno y, sobre todo, interesante.

“Sobre siete colinas, que son otros tantos puntos de observación de donde se pueden disfrutar magníficos panoramas, se extiende la vasta, irregular y multicolorida masa de casas que constituye Lisboa. Para el viajero que llega por mar, Lisboa, vista así de lejos, se erige como una bella visión de sueño, sobresaliendo contra el azul del cielo, que el sol anima” Lisboa: lo que el turista debe ver. Fernando Pessoa.

¿Qué conocemos de la capital portuguesa? Yo no conocía apenas nada hasta que llegué allí, solo leves pinceladas de la Historia del Mundo Actual que me enseñaron en el colegio. Lisboa es una ciudad antigua a la vez que curiosa. Posee calles en pendiente y los tranvías son su seña de identidad. Ese vetusto sabor que la aborda, hace de ella una zona urbana digna de conocer y visitar.

¿Tienes pensado conocer la ciudad donde el sol se pone y el mundo se abre? Lo primero de todo es decidir cómo llegar hasta allí: en coche, en avión o en tren. Lo más económico y rápido, y conociendo las compañías aéreas low cost, es coger un avión. Podemos encontrar vuelos desde 20€ por trayecto. El tren tampoco sería una mala opción: hay trenes cama que salen de Madrid y llegan a Lisboa al amanecer.

Desde el aeropuerto al centro de la ciudad el viaje sencillo de metro nos costará 1,5€, pero lo más económico será coger el bono diario: 6€.

Antes de perdernos por la ciudad, lo más aconsejable es hacer un free tour. En Internet podemos reservar plaza en Sandemans. Un recorrido por los sitios más emblemáticos de la ciudad bajo la dirección de un guía español que hace de la historia de Lisboa algo ameno y divertido. Tres horas en las que recorrerás a pie los rincones más históricos y agradables de Lisboa.

La ciudad en la que se produjo la Revolución de los Claveles (1974) está divida en barrios. El Barrio Alto se construyó en el siglo XVI y por sus callejuelas veremos pasar los míticos tranvías amarillos. En esta zona la diversión está asegurada: es punto de encuentro para las noches lisboetas, donde bares, restaurantes y casas fado se juntan para dar un ambiente divertido y pintoresco. Podremos comer o cenar en el restaurante Solar do Duque y disfrutar de una verdadera comida portuguesa, y, si hace buen tiempo, de las vistas desde la terraza exterior.

Comer o cenar en Solar do Duque: 15€ por persona. Ojo con los aperitivos, ¡los cobran!

Si bajamos un poco nos encontraremos con el barrio más comercial: Chiado. En este barrio encontraremos la cafetería más famosa de la ciudad, Café a Brasileira. Allí podremos tomar un café junto a un Fernando Pessoa serio y pensativo. Pessoa es uno de los escritores más famosos y emblemáticos de la literatura portuguesa. No dudes en sentarte a su vera y disfrutar del que, dicen, es el mejor café que hay en toda Europa. También, unos pasos más alejados del célebre escritor nos toparemos con la librería más antigua.

La ciudad de los azulejos sufrió un terremoto en 1755. Tras él, llegó un maremoto y diversos incendios que dejaron la ciudad completamente devastada. Tuvo que ser reconstruida y de esta reconstrucción apareció el barrio de la Baixa (parte baja). Está situado entre el Barrio Alto y el Barrio de la Alfama, el arrabal más antiguo de la capital. Su nombre viene del árabe y significa barrio de los baños o fuentes. Desde aquí disfrutaremos de los mejores miradores y, por supuesto, de una agradable y cálida puesta de sol. En lo alto de su colina se encuentra el Castillo de San Jorge, que en determinadas fechas del año es gratuito.

“Tengo el deber de encerrarme en la casa de mi espíritu y trabajar cuanto pueda y en todo cuanto pueda para el progreso de la civilización y el ensanchamiento de la conciencia de la humanidad.” Fernando Pessoa.

Si somos golosos y bajamos al centro de la ciudad, en plena Plaza del Rossio, encontraremos la pastelería más antigua, donde los pasteles de Belém y demás dulces típicos se deshacen en la boca a cada bocado. También, en la misma plaza y si somos más de salado que de dulce, podremos degustar un exquisito y peculiar montadito de lomo con un toque picante: Bifanas.

Por 3€ nos comemos una Bifana y nos bebemos una cerveza en pleno centro de Lisboa.

En Lisboa desemboca el Tajo, se pone el sol y el mundo se abre cuando entramos por el Arco Triunfal da Rua Augusta, la puerta de la Plaza del Comercio. Una inmensa plaza en la que, antes del Terremoto estuvo situado el Palacio Real y en ella desembarcaban los barcos mercantes. El Arco Triunfal es el símbolo de la reconstrucción de la ciudad tras el gran terremoto. Sus estatuas representan a Vasco de Gama, famoso navegante y explorador portugués, y al Marqués de Pombal, gran representante del despotismo ilustrado de Portugal y encargado de reconstruir Lisboa tras la catástrofe.

Pasear es bueno para la salud y cuando hacemos turismo, nuestras piernas y pies son el mejor medio de transporte que podemos utilizar para desplazarnos. Y qué mejor que llegar a Belém caminando por la vera del río mientras sentimos los incesantes rayos del sol golpear nuestras mejillas.

Los más perezosos pueden coger el tranvía número 15 que bordea la costa desde la Plaza del Comercio.

No se puede visitar Lisboa y volver a nuestra ciudad de origen sin pasar por Belém, donde su torre y sus pastelitos son lo más cotizado. La torre comenzó a construirse en 1514 y está situada sobre la desembocadura del río Tajo. Sentados sobre sus muros disfrutaremos del sonido y tranquilidad del agua.

Lisboa es una ciudad con encanto y cierto sabor añejo que hace de ella un rincón en el mundo en el que merece la pena pasar unos días y disfrutar de su color, su olor y su sabor. La puerta a Europa por el Atlántico y un paso marítimo hacia América que, si miramos al horizonte veremos cómo el mundo se abre ante nosotros.

Recuerda: lo mejor para conocer una ciudad es perderse por ella. Deja el mapa y navega.

2 comentarios en “Lisboa: donde el sol se pone y el mundo se abre”

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