Tras la Gran Vía madrileña, en el pintoresco barrio de Malasaña, está situado el Teatro Lara, un espacio con más de 130 años de historia y en el que cada sábado, y en la sala Lola Membrives, se encienden los focos para representar Otro sueño de una noche de verano, la versión más pícara de la obra de Shakespeare.
Bajo la dirección de Christopher Geitz y la adaptación de Manuel Luna, esta obra mezcla humor, enredos amorosos y fantasía, tres ingredientes fundamentales para pasar un buen rato. Además, la música en directo se adentra entre las tramas provocando al espectador y despertando las picardías de Puck (Carla Pulpón), ese singular duende que es capaz de enredar, con el jugo de la flor mágica, los sentimientos de Hermia (Eliya Shenhav), Lisandro (Horacio Colomé), Demetrio (Manuel Luna), Helena (Patty Sway), e incluso de los reyes de las hadas (Ariane Berrozpide y Alicia Martín): Artemisa (Lydia Gervás) y Apolo (Gorka Lozano).
Con una actuación ágil y bien compenetrada, se percibe a la perfección la conexión entre los actores que, en ocasiones, se mezclan con el público haciendo suyo el espacio. Un espacio que se llena con una escenografía sencilla, sin caer en lo austero, y que deja más paso a la creatividad y acción de los intérpretes que en destacar por encima de la trama.
El resultado de la adaptación de Luna es exquisito y cuidado, con unos detalles erótico-festivos en el guion que a muchos nos hubiera gustado haber visto en la época de Shakespeare y que invita al espectador a esa noche de magia y locura en la que todo lo inesperado puede pasar.
Personalmente, esta obra ha sido capaz de llevarme a una adolescencia en la que hacía teatro con un grupo de personas maravillosas. El sueño de una noche de verano fue una de las muestras que preparamos y representamos ante los ojos del público. Esta vez, en el Teatro Lara, he podido recordar, en cada uno de los personajes a quienes fueron mis compañeros y de los que guardo un grato recuerdo.
Sin lugar a dudas, con Otro sueño de una noche de verano, la diversión más loca está servida.
Lucía López Puerta 