Hace unos días alguien me sugirió que contara por aquí qué es lo que me había inspirado escribir cada uno de los microrrelatos (a los que yo llamo Merakis, por si hay despistados), que siempre mola eso del salseo y ahondar en la materia.
Dicen que la gente que escribe se inspira en su propia vida, en la vida de los demás, en historias que le cuentan… y, en parte, pudiera ser cierto, no nos vamos a engañar. Todo, o casi todo tiene una explicación, un fondo y un por qué. Aunque también hay cosas que llegan sin más.
El microrrelato de hoy, Amor de verbena, me vino a la cabeza esta Semana Santa, después de unos botellines en el bar del pueblo. Sí, así fue. Antes de dormir me puse a redactar en mi libreta. Es algo que suelo hacer casi todos los días, lo de escribir, digo, antes de dejarme mecer por los brazos de Morfeo. El ritual es escribir, leer, dormir.
Días antes me habían enviado un vídeo que se había hecho viral en redes y que, a la gente que tenemos pueblo y llevamos dos años sin sus fiestas, nos transmitía mucha nostalgia. En él, una calle vacía y en segundo plano sonoro, unos grillos y la orquesta tocando la canción de La ventanita. El vídeo decía: «Estás en el pueblo, son fiestas, vas a casa de tus abuelos a por una chaqueta porque refresca y de fondo escuchas la verbena. La mejor sensación del mundo».
¿Quién no ha tenido un lío detrás de la iglesia, en la era o en el frontón? ¿Quién no ha tenido un amor de verano? ¿Quién no lo ha dado todo en la plaza del pueblo con Chiquilla, Platero o la mismísima Rocío Jurado? Para todos a los que os suena esto, aquí os dejo Amor de verbena.
La noche pasó al compás de la verbena.
Entre bailes y alcohol.
Entre la ventanita del amor, chiquilla y no rompas más mi pobre corazón.
Entre pasodobles, rumbas y el tambor que llama a tambor.
Oro, plata, sombra y sol.
El mismo sol que empezaba a salir detrás De la Torre De la Iglesia.
El mismo sol que, al amanecer fue testigo de que no fue amor.
Aquel verano en el que la fiesta fue pagana, en el que creí morir si no sentía el roce de tu cuerpo junto a mí, y en el que la alondra valiente que alza la frente echa a cantar, tú y yo nos quisimos peligrosamente.
Relato que refleja verdaderamente lo vivido y experimentado por un grandisimo número de personas en las fiestas de nuestros pueblos o de algún otro donde hemos sido invitados.
Relato muy bien redactado y en tan pocas palabras refleja una situación vivida.
En cuanto a la locución sigo opinando que enriquece el relato pues la voz y las pausas que haces, así como los diferentes ritmos que aportas son inmejorables
Me encanta este relato Lucia ¡Que recuerdos de juventud!
Preciosa la locución, a esa voz habría que sacarle partido.
Sigue con tu formación que llegarás lejos.
No tengo palabras para expresar los sentimientos que me han aflorado al leer y oír este relato, recuerdos de juventud.
Sigue deleitándonos todos los lunes con tus relatos que, aunque no te haya escrito ningún comentario en los anteriores, estoy esperando con interés su publicación y sobre todo oír la locución que haces de cada uno de ellos.
¡Muchas gracias, Patricia! Me hace ilusión que estéis atentos. ¡Un abrazo fuerte!
Qué recuerdos.
Muy bien Lucía
Lucia,me ha gustado mucho tu relato,soy Pilar amiga de tu madre.Me gustaría poder leer más microrrelatos tuyos.Enhorabuena.
¡Gracias, Pilar! Cada lunes uno nuevo. Un abrazo fuerte.